Lucas Vicente.
En la Venezuela rural, antes del boom petrolero, se vivía en una especie de matriarcardo, donde el hombre "era de la calle", según decían las féminas de la familias, y las responsables de la conducción del hogar, el reparto del presupuesto y atención de los hijos eran las madres.
Era frecuente que de la prolífica descendencia, alguno de los hijo se quedara sin emparejarse, para ser el responsable del cuidado y atención de la matrona en la vejez. Ese fue el caso del queridísimo Tío Lucas. De risa fácil sin carcajadas, mostraba frecuentemente un colmillo incrustado en oro. Pero es que LV era literalmente "oro puro".
En atender los requerimientos de la Sra. Bertha, acudir puntualmente andando a su trabajo en el Edificio Nacional y hacer las compras menudas para tener siempre una golosina, un pan dulce o unas galletas para los mas pequeños, le llego la tercera edad.
Pulcro hasta la obsesión, tiene un ritual de lavado y perfumado en la mañana, que se sigue de un baño al mediodía y remata con un paseo vespertino luego de salir de la oficina de correos, para retornar a la casa materna al final de la tarde.
En su cuarto, 2 escaparates de 2 puertas y un baúl bajo llave,guardan lo que para todos los sobrinos, es motivo de historias fantásticas diversas, que protagonizan hasta supuestas morocotas de oro.
Unas latas de leche "Reina del Campo" guardan los panes salados y los cachitos, que reparte entre los pedidores de bendiciones.
Su distracciones fundamentales son 4: oír la radio, ver las noticias en la televisión en horas de la noche, leer el impulso los fines de semana colocando un plástico sobre las piernas, para no manchar las ropa y hacerle querentoñas a su mascota, una lora antipática y gorda de todo lo que come, que esta permanentemente resguardando desde su aro la salida hacia el patio.
Como recuerdo al Tio Lucas..un hombre muy simpatico
ResponderEliminarRecuerdo cuando le cambiaste la hora al reloj y lo traias loco!!!!jajajaja