miércoles, 22 de enero de 2014

















Las hermanas dinamita

 

   Don Rafael  observa que hay una sana rivalidad  casi desde la cuna entre las hermanitas Vásquez Cárdenas.

    Al fallecerle su esposa precozmente, luego de parirle a Eduardo Antonio,
el varón de la camada,  se vio Rafael Vásquez en la necesidad de acudir con
la comadre Socorro Dorante, que ya construyo su propio  caserón de
amplios corredores, en las colinas que están al este de la Ciudad,
colindando con el pueblo de Santa Rosa. Le solicita el atribulado padre  que
le reciba a las disimiles niñas y lo ayude con la crianza y formación.

   Hilda Ramona blanca como la leche es  más robusta   que la menuda y morenita Rafaela, y lleva  siempre  las de ganar, cuando los ánimos se caldean entre ellas.

    Una queja frecuente de la hermana menor, es que Hilda, le deja los oficios más fuerte a ella, que es “más enclenquita” o que se   hace la tonta, como ocurre cuando le da por  pasearse por la cocina y  meterle cucharazos furtivos  al cuenco de  maicena.

    Algunas  veces Rafaela (o Chela como le dicen), consigue que  castiguen a la insaciable HR, como la vez que trajo a su madrina Socorro, hasta el cuarto compartido, para que revisara debajo de la cama de Hilda, donde se encontraban los restos del dulce de cabello de ángel, que insólitamente aun humeante,  se había reducido hasta la mitad en la olla. Así que la “glotona” HR, se pasa parte de la mañana en el patio a pleno sol, arrodillada sobre unas piedras pequeñas torturadoras.

   En la madrugada   con sus rodillas  aun adoloridas, Hilda sonriente,  cobra venganza  y vacía su bacinilla repleta de las aguas de desecho, en el recipiente de los aseos nocturnos  de su hermana menor, quien horrorizada, al levantarse, tiene que botar sin chistar, los excrementos y orines   de las 2.

   Chela no pierde oportunidad de burlarse de los cabellos crespos de su hermana, quien luego del baño, aplaca la pollina sobre la frente (al estilo francés con un  rompecorazones) alisándola con jabón azul, y a su vez, HR se mofa de las “piernitas de paraulata llanera” de Chela, sin saber que se está adelantando en el tiempo a mencionar una de las especímenes de las que serán  las compañeras inseparables de su hermana: la colección en el patio de aves cantoras.

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