lunes, 30 de diciembre de 2013


Navidad.

   Aunque las reuniones familiares en el patio son una verdadera fiesta, para la Truya Aguilar Vasquez, es el 24 de diciembre la más importante. Veamos que eventos se suman a la alegría de los pequeños  por la venida del niño jesus

Hilda y José son creyentes a carta cabal, cumplen al apego los mandamientos de la ley de Dios e inclusive le suman algunos extras.   Todos las navidades se realiza en familia uno de  los ritos más hermosos de  nuestra religión, atribuido a francisco de Asis: Elaborar un pesebre. Así que la proximidad de esta fiesta significa  desempolvar los reyes, la sagrada familia y preparar el musgo del pesebre. Se procede a buscar una ramas  de acacia y unas cajas para  que sirvan de soporte y esqueleto del pesebre. Con ellos  se  crea la ilusión de unas montañas al cubrirlo con papel marrón “mache” que se pinta por sectores de verde o blanco en las cuspides.  Se  desempacan  los pastores , los  animales   y las casitas y se va armando poco a poco la versión de este año.  Lo llamativo es lo disímil de los protagonistas de esta representación, ya que cada año se compran nuevas figuras, para reponer las extraviadas, quebradas o sencillamente perdidas. Así tenemos unas ovejas más  grandes que los campesinos, unos patos  de tres tallas distintas o unos pollitos que superan a su mama en tamaño.  Hasta muñecas y carritos de la caja de los juguetes  de los nietos   puso Hilda en escena en su pesebre.

   Este año su última versión es  en el patio de la casa  signada por el numero 373:  el armastrote o tarrample donde van las figuras   es colocado arriba en el tronco de la mata de mango del fondo, justo en la Y que forma el árbol  para hacer su primera división. Si señor, alla coloca mamaHilda su  pesebre, con  el niño Jesús como el propio  tarzan, chuquiando palo¡

Hallacas y bollos se hacen en familia disponiendo de un espacio amplio, con música de fondo, puesta al día de los últimos chistes y acontecimientos familiares y rociados con lo que este rodando en este momento ( desde ponche, ron, cerveza y  hasta scoth) .

    Para esta navidad 2 eventos  dejan una huella jocosa:

   La mesa del comedor es pequeña para recibir la hoya de guiso, los adornos y las hallacas, por lo que hilda que siempre tenía algo en construcción, le manda a quitar la puerta al baño que el Sr Andres  llevaba en ejecución en el patio,  y la pone de mesón de labores.  A mitad de faena se acabó el pabilo y la última tanda de amarre quedo de un bello morado. Que era el color del tejido del manto ,  que estaba realizando la costurera jefa de familia.

La disputa de este año es si las hallacas llevan suficiente pasitas en el guiso o ese puño de  cajas vacías son porque Henry se las comió otra vez.  Hilda esta  vez  tomo la precaución de echarle sal al vino sagrada familia, para que los traviesos de sus retoños no se lo bebieran friiiito como ocurrió  el año pasado.

  Manos lavadas, cabeza cubierta y sin rascarse  son las primeras ordenes que emite la generala a quien vaya a servir de ayudante en esta fiesta gourmet  familiar.

El proceso: Mientras un integrante  lava bien las hojas, otros cortan  los  vegetales  en cuadritos  como ocurre con  la carne de res, la pulpa de cochino y una gallina gorda. Estos especimenes  se juntan en la olla del guiso que se va remomiendo con  una paleta de madera mientras recibe su porción de aceite y vino de mosto de uva .  Allí les acompañan los encurtidos, alcaparras y otras menudencias decembrinas. Se espesa este guiso con harina de maíz y aparte se  sofriee unos trozos de  tocino que luego se retiran del sarten al quedar doraditos y se le suma los restantes vegetales. En la etapa final se extiende una pelota de masa en la hoja, se agrega una cucharada de guiso y otra de sofritos y se corona con los  adornos de tiras largas de pimentón  y cebolla. 2 horas de fuego intenso dejan listas estas poligustosas que se ponen a escurrir en el lavaplatos.  Sin dejarlas que se enfríen, el más alto de los hermanos, que ya se metió previamente entre pecho y espalda  un plato de guiso , le  da el visto bueno  a las  envueltas de este año, desamarrando hasta 4 hallacas que se engulle  de un solo tirón.

   Se procede entonces al ritual de los bollos: Todo el sobrante de carnes, vegetales y adornos pasa a una olla grande donde  se  amasaran con 3 liquidos;  el repele del caldo de carne, manteca de cochino y mucho  aji picante del frasco familiar. Con lo que sobro de hojas se medió envuelven estos picosos, para servirle de desayuno a la tropa con una literal montaña de queso blanco rayado arriba.

 

     El ingenio de Hilda es infinito y cada navidad se cambia de motivo para adornar la casa y de paso dejar unos churupitos,  al vender estos coloridos productos  al vecindario. Arbolitos de navidad plateados de plástico, coronas de adviento de flores porcelanizadas con parafina o botas de fieltro rojas para meter chucherías,  son algunas, de las producciones con el sello de la robusta Sra.

   Cuando vivíamos en la casa de la carrera  24  , donde ahora funciona la venta de pastelitos de “LAURO”,  los habitantes habituales del 1er cuarto,  fueron  desalojados sin previo aviso, mientras estaban en la escuela y se cambió el   mobiliario de cama, escaparate y ropa  por repisas y mesas de exhibición.  Esa  temporada el cuarto que tenía una ventana grande que da hacia la calle 19,  sirvió de minicentrocomercial navideño. Un San Nicolás montado en un trineo hecho de anime cortado con cuchillos caliente es el atractivo de esas navidades. Por supuesto en Enero, el juego de cubiertos que está en la mesa  familiar tenía su respectivo cuchillo de mango azul y todos  con la hoja de cortar  ennegrecida por la exposición  a que Hilda los sometió  al fuego de la hornilla de  cocina.

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